En los primeros días de la exploración Ateliana, cuando había una carrera masiva por obtener los valiosos recursos en las montañas del este, el Protectorado financió un ambicioso proyecto impulsado por Fieron Industrial, compañía ingeniera de Kathos. Dijeron que podrían construir una serie de enormes plataformas flotantes; bases mineras móviles que no sólo podrían extraer los minerales de Atelia, sino también procesarlos. Las llamaron Plataformas Skybore (Taladro del Cielo). Inicialmente, el proyecto avanzó bien, y se produjeron algunos prototipos pequeños – varios de ellos todavía sirven como puestos de observación y escala para las patrullas en el Estrecho de Teltos, entre Rahmos y Kathos.
Aun así, al aumentar el tamaño de las plataformas, aumentaron los problemas. Había dificultades en hallar diseños mecánicos civiles lo suficientemente potentes para controlar el movimiento de tales pantagruélicas estaciones mineras, y la compañía comenzó a tener dificultades financieras. La Plataforma Uno se lanzó demasiado pronto en una desesperada apuesta para asegurar más financiación y salvar a la compañía de la bancarrota, pero fue un absoluto desastre, con fuertes vientos forzando a la plataforma a aterrizar en una colina cercana. No murió nadie, pero muchos salieron heridos y se dañó la propia Plataforma Uno. Fieron Industrial entró en concurso de acreedores, mientras que el ejército del Protectorado se apropió de todos los diseños, prototipos y otros documentos relacionados con las Plataformas Skybore.
Cuando muchos meses después se lanzó la Plataforma Dos, había sido dotada con generadores de tecnología punta por científicos militares para recolectar energía de los rayos, y se habían solucionado muchos problemas de diseño. La Plataforma Dos fue la primera que extrajo y procesó minerales Atelianos, usando trabajadores civiles bajo el ojo vigilante de guardias y oficiales militares. Aun así, se descubrieron nuevos problemas in situ que no habían sido evidentes en laboratorio – la plataforma no podía justificar en este punto sus costes de mantenimiento, así que fue retirada de Atelia y desmantelada.
Se produjo otro diseño, y la Plataforma Tres iba a ser la última oportunidad para el concepto Skybore. Completa finalmente años después de proponerse la idea de una plataforma minera flotante, aquélla demostró por qué la idea se había impulsado en primer lugar. Capaz de alcanzar depósitos de recursos que equipos terrestres no podían, y de desvanecerse entre las nubes si atacaban los nómadas, la Plataforma Tres comenzó a rentabilizarse en menos de un año. Las plantas procesadoras y las instalaciones de ingeniería construidas en la plataforma hicieron que pudiera autosustentarse, reemplazando equipamiento dañado y produciendo su propio combustible (principalmente a través de generadores). El excelente rendimiento de la Plataforma Tres también tuvo el efecto colateral de dejar en paro a un montón de gente – muchas compañías mineras fueron obligadas a reducirse, y las de escaso rendimiento simplemente cerraron. Mientras los generales y los nobles brindaban y bebían por el éxito de la Plataforma Tres, mucha gente comunera la maldecía.
Con su éxito, se puso en producción otra Skybore, para que fuera manejada por uno de los Vizcondes de Kathos. La única característica novedosa en esta versión fueron cuatro pesadas torretas defensivas, añadidas por solicitud del Vizconde. Aun así, aunque la tecnología era la misma que la de la Plataforma Tres, la tripulación y el ambiente de trabajo en la Plataforma Cuatro era muy distinto.
El Vizconde hizo de ella un lugar opresivo donde los trabajadores mal pagados, desesperados por obtener cualquier trabajo, fueron forzados a trabajar turnos más y más largos, con poco interés en su seguridad o su salud. Los guardas de la estación aplacaron salvajemente cualquier esfuerzo de los trabajadores de mejorar las condiciones, a costa incluso de aumentar ligeramente la eficiencia.
Eventualmente las cosas se hicieron intolerables y la tripulación se rebeló. Los guardas eran superados en número, y tras ver claramente que la tripulación en su totalidad estaba unida contra ellos, arrojaron sus armas y se rindieron. Los mineros los soltaron a la sombra de una remota cadena montañosa, y proclamaron estación libre a la Plataforma Cuatro. Se la empezó a conocer como Baggerstown (Pueblo de Bolseros) a causa de los primeros trabajadores levantados contra los guardas – su trabajo era clasificar los materiales procesados en grandes bolsas listas para el transporte. Antes de que el resto de la tripulación de la Plataforma se les uniera, muchos de los bolseros perdieron sus vidas, pero se reconoce su sacrificio como catalizador de la rebelión.
Enfurecido por el estúpido desperdicio de la Skybore por el Vizconde, y disuadido de su recaptura agresiva por los cañones defensivos, el Protectorado decidió dejar de vender Skybores. Si se llega a pensar en una Plataforma Cinco, será un proyecto militar. Pero la Plataforma Cuatro será un ejemplo eterno del poder de las masas contra la élite.
Sacando a las Ratas (Parte 2)[]
La tripulación del Baggerstown se había liberado del dominio del Vizconde a través de una violenta rebelión. Por supuesto, los cambios bruscos en el liderazgo nunca son tranquilos, y tras desvanecerse el júbilo inicial de ser libres de la tiranía del Vizconde, se debía tomar una decisión sobre quién daría las órdenes ahora. Se formaron dos posturas: los ‘Bolseros’ – apodados así por los trabajadores que iniciaron el levantamiento que liberó a la Plataforma Cuatro, y los ‘Serpientes de Cable’ – apodados así por la gente que mantuvo los cables de toda la Skybore, comparados así con las distintas serpientes arborícolas comunes en los bosques de Kathos. La mayoría de trabajadores no especializados apoyaban a los Bolseros, mientras que los Serpientes de Cable recibían su apoyo de los técnicos e ingenieros que mantenían funcionando eficientemente la maquinaria por toda la Plataforma Cuatro.
Se formó una especie de consejo, donde representantes de cada grupo se reunían para debatir problemas importantes, tales como a dónde debería ser el próximo viaje de la plataforma, a quién deberían permitir amarrar, y lo más importante, cuánto debería cobrar cada uno ahora que el Vizconde ya no estaba. La mayoría de problemas se decidían rápidamente – Baggerstown seguiría la ruta que ya se había programado (una ruta anual a través de lugares de grandes recursos en el este de Atelia), y todas las aeronaves serían bienvenidas mientras no tuvieran afiliación con los nobles de ningún tipo.
Pero con el problema de la paga, las opiniones diferían terriblemente. Muchos de los Bolseros apoyaban la idea radical de que todo el mundo cobrase exactamente la misma cantidad, sin importar su trabajo. Los Serpientes de Cable argumentaron que deberían mantenerse las estructuras de pago existentes. Tras días de debate cada vez más acalorado, los Bolseros decidieron tomar acción directa, y declarar huelgas y protestas por toda la estación aérea.
Mientras tanto, el Vizconde se movía e intentaba volver a retomar el control de Baggerstown. Sabía que no podía recuperarla por la fuerza, pero no perdió tiempo en intentar insertar informadores. Entre el caos de las huelgas y las protestas, sus espías lo tuvieron fácil para infiltrarse en la estación aérea. Como los Bolseros y los Serpientes de Cable seguían discutiendo, más y más de los hombres del Vizconde se escabulleron a bordo. Envalentonado por lo fácil que fue, el Vizconde decidió lanzar un ataque. Tres aeronaves disfrazadas llenas con sus soldados aterrizaron en la estación, y mientras inundaban las plataformas de aterrizaje y las áreas inferiores de procesamiento, los espías se armaban e intentaban deshabilitar o capturar las cuatro armas defensivas.
Fue una batalla sangrienta, pero las esperanzas del Vizconde se hicieron añicos cuando sus espías fallaron en capturar tres de las armas defensivas, evitando que el Vizconde pudiera enviar refuerzos para ayudar a sus soldados, que eventualmente agotaron la munición y otros suministros, antes de rendirse. Aunque todo pasó tras la muerte de muchos tripulantes de Baggerstown, incluyendo la mayoría de representantes de las dos facciones. Un número de individuos que habían jugado un papel importante defendiendo la estación aérea tomaron el trabajo de gobernar. Se dieron cuenta que era vital una seguridad más rigorosa para evitar otro intento de captura del Vizconde, y que ellos no podían permitirse tener largas discusión y enfrentamientos dentro de la tripulación.
En una única sesión de debate hasta altas horas de la noche, alcanzaron un acuerdo con el que los Bolseros y los Serpientes de Cable estuvieron contentos. Los Bolseros seguirían trabajando por la misma paga, pero a cambio recibirían numerosas compensaciones – vacaciones habituales, cierta cantidad de bebida y cigarrillos gratis, pagas generosas por bajas laborales, y el derecho para trabajadores en zonas no vitales de hacer pequeñas huelgas, entre otras cosas. Los Serpientes de Cable no obtendrían nada de esto, pero mantendrían su mayor paga, y serían también parte de un 'Consejo de Trabajadores' democrático, capaz de votar ciertas cuestiones importantes.
Desde entonces, las cosas han sido bastante estables en Baggerstown. Sigue habiendo conflictos y luchas ocasionales entre miembros de los Bolseros y los Serpientes de Cable, sigue habiendo huelgas y protestas de vez en cuando, y siempre hay espías del Vizconde intentando penetrar en posiciones de autoridad. Los 'nativos' de Baggerstown' siempre desconfían de los extranjeros por esta razón, especialmente de los que se quedan durante largas temporadas. Aparte de eso, Baggerstown sigue siendo muy popular entre mercaderes, contrabandistas y merodeadores, siendo uno de los pocos lugares independientes para repostar una aeronave en los montes del este de Atelia.